Cuando llegué a Berriozar para mí suponía un cambio, empezar de nuevo en otro sitio, por lo que, sentía un poco de
intranquilidad..., un poco de miedo. Pero, había algo que me atraía: yo me crié en un barrio que creía parecido: un
barrio proletario, con personas de
diversas procedencias, la mayoría en situación económica dificultosa... Quizás Berriozar pueda parecerse a muchos otros sitios, pero observado por partes, me deslumbran sus singularidades, creo que cada individuo con sus peculiaridades aporta ese toque diferente a un
gran cocido. Y así, aquí en esta "olla" llamada Berriozar, veo muchas posibilidades, inquietudes, muchos de vosotros con ganas de moveros, pese al desasosiego, a la desilusión, al cabreo... que hacen a veces saltar chispas, fruto de esas ganas de sentirse vivos, de ese choque entre lo que se quiere y lo que se necesita, veo que cada uno puede superar el sentimiento de frustración, con ese empeño de seguir día a día, luchando por satisfacer sus necesidades, por resolver sus problemas, consiguiendo encontrar alternativas para sonreír!
Para mí, venir a Berriozar era como rememorar mi adolescencia de barrio al que los demás llamaban
conflictivo, venía con ganas, porque creo que donde más difícil, donde más problemas hay..., las personas más
imaginación usan y echan a volar!, ¡más energía movilizan!, ¡más capacidades desarrollan!, ¡más carne ponen sobre el asador!, ¡más
juegan!!!!..., aunque sea con una piedra!!!!, piedra que a veces tiramos a nuestro propio tejado!
Por muchas pequeñas razones estoy muy contento de estar aquí,encontrando sonrisas mutuas, rebosantes de complicidad, ¡un abrazo “apañeros”!